Hay regalos que no vienen envueltos en papel brillante ni llevan lazos de colores, pero que llenan el corazón de una manera especial. Eso es precisamente lo que vivimos ayer en nuestro centro gracias a la visita de la Coral Yoar.
En estas fechas navideñas, donde los recuerdos y las emociones están más a flor de piel que nunca, la música tiene el poder mágico de conectarnos, de hacernos sonreír y de transportarnos a momentos felices. La Coral Yoar no solo nos trajo canciones; nos trajo calor, alegría y compañía.
Más que notas musicales
Desde el primer acorde, el ambiente del centro se transformó. Pudimos ver cómo los rostros de las personas se iluminaban, cómo algunas manos seguían el compás y cómo muchas voces, a veces tímidas y otras con fuerza, se unían a los villancicos de toda la vida.
Queremos destacar no solo la calidad técnica y la armonía de sus voces —que es extraordinaria—, sino sobre todo su generosidad. Dedicar su tiempo y su talento a las personas mayores es un gesto de una humanidad inmensa que agradecemos profundamente.
Un agradecimiento de corazón
A cada uno de los integrantes de la Coral Yoar: gracias. Gracias por sus sonrisas entre canción y canción y por recordarnos que la Navidad es, ante todo, compartir lo mejor de nosotros mismos con los demás.
Vuestra música se queda resonando en los pasillos y en el ánimo de todos los que formamos parte de esta casa. Sois siempre bienvenidos.
